miércoles, 15 de marzo de 2017

¿Cantas o tocas música en misa? No olvides estas 7 reglas generales

Un poco de formación litúrgica para los artistas Para estar en un coro no solo es importante cantar bonito, también es necesaria la formación litúrgica. La Misa tiene su forma y secuencia y la Iglesia, además de madre, también es sabia maestra pues tiene casi dos mil años guiándonos hacia el camino correcto para nuestra santificación. La Iglesia es quien enseña de qué forma se debe llevar a cabo un acto litúrgico. Te comparto aquí algunos puntos que a veces se nos pasan a quienes forman (o formamos en algún momento) parte de un coro parroquial. 1. La Misa lleva su propio tiempo, no el nuestro La Instrucción General del Misal Romano nos dice en su número 37 que hay cantos que son en sí mismos ritos, como por ejemplo el “Gloria”, el salmo responsorial, el “Aleluya”, el “Santo” y algunos otros. También este mismo número explica que hay cantos que acompañan un rito, como lo son el canto de entrada, de la presentación de las ofrendas y el de comunión. El coro debe respetar estos tiempos y no extender los cantos más de lo necesario. 2. No todo canto es litúrgico Hay cantos sumamente bonitos y que suenan muy ad hoc a la situación o incluso al Evangelio, sin embargo nuestra tarea como coro es la de investigar si lo que cantamos es apropiado para la liturgia. La Iglesia nos da una pauta para discernir esto en el documento titulado Musicam Sacram en el número 4 y dice: “Se entiende por música sagrada aquella que, creada para la celebración del culto divino, posee las cualidades de santidad y de perfección de formas, de aquí podemos inferir que para que un canto sea apropiado para la liturgia debe haber sido escrito en música y letra para la celebración” (MS, 4). 3. El canto debe ser fiel al texto que presenta No porque un canto diga “Gloria a Dios”, o “Aleluya”, o “Cordero de Dios” significa que se puede usar en la Santa Misa. El canto debe ser fiel al texto que presenta, por ejemplo: Nosotros no podemos modificar oraciones antiquísimas de la Iglesia para que el canto suene mejor o más bonito (cfr. Sacrosanctum Concilium, 121). 4. No existe canto para el rito de la paz En agosto del 2014 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos expidió un documento titulado El Significado Correcto del Rito de la Paz en donde se pide expresamente en el sexto punto: “De todos modos, será necesario que en el momento de darse la paz se eviten algunos abusos tales como: La introducción de un “canto para la paz”, inexistente en el Rito romano” porque el rito de la paz debe ser un momento breve que no distraiga a la asamblea de quien es importante y en ese momento se encuentra en el altar. 5. El Cordero de Dios comienza cuando el sacerdote fracciona el pan Este canto no acompaña la paz, este canto acompaña la fracción del pan. La IGMR nos dice en el número 83: “La invocación acompaña la fracción del pan, por lo que puede repetirse cuantas veces sea necesario hasta cuando haya terminado el rito. La última vez se concluye con las palabras danos la paz”. 6. No basta solo con que nuestro cuerpo esté presente A veces a quienes pertenecemos a un ministerio de música o coro parroquial se nos olvida que también participamos en la Eucaristía. No por estar atrás del templo o al lado nos podemos distraer o hacer otras cosas, pues el milagro de amor más grande ocurre frente a nosotros. Además, si es domingo el precepto es “oír Misa entera todos los domingos”, no solamente estar presente. Participa no solo cantando sino también oyendo a Dios en el Evangelio y la homilía, si ya has logrado esto ayuda a otros a que también lo hagan. 7. Somos servidores de la Iglesia, no estrellas De seguro esto ya lo sabes, pero creo necesario y prudente mencionarlo. El servicio que presta el coro debe llevarse a cabo con humildad, pues no estamos ahí porque somos los mejores ni porque deseamos sobresalir. Recuerda, el centro en la Misa es Cristo, no nuestra voz. Debemos buscar servir, no sobresalir ni ser aplaudidos (mucho menos dentro de la Misa) pues los dones que tenemos son dados gratuitamente por Dios y debemos ponerlos al servicio del otro para gloria de Dios. Con estos consejos no pretendo imponerte mi idea sino mostrarte qué es lo que enseña la Iglesia, quien es increíblemente sabia… ¡muchísimo más que nosotros! Por Bernardo Dueñas Moreno Artículo publicado originalmente por Catholic Link

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